El estado sólido se caracteriza por las posiciones fijas que ocupan las partículas constituyentes: átomos y moléculas. Existen dos tipos de sólidos con propiedades muy diferentes:
-Sólidos amorfos, en los que las partículas están situados en posiciones aleatorias. Materia amorfa es sinónimo de desorden estructural. Son sólidos amorfos los vídrios o los plásticos, por ejemplo.
-Sólidos cristalinos, en los que las partículas están ordenadas de acuerdo con un patrón estructural que se va repitiendo. Materia cristalina es sinónimo de orden estructural. Son sólidos cristalinos los minerales, las gemas de laboratorio o nuestros dientes, por ejemplo.
La materia cristalina surge a partir de disoluciones saturadas por enfriamiento, por evaporación del disolvente o por ambas cosas a la vez.
En cualquiera de los casos, hace falta reposo, espacio y que todo suceda con lentitud.
También hace falta que existan impurezas para que actúen como núcleos de acreción, alrededor de los cuales se van depositando capas ordenadas de aniones y cationes. Por esta razón, en los cristales pueden verse planos paralelos a la superficie que nos indican las sucesivas etapas de crecimiento.
Cuando los cristales crecen con rapidez (por enfriamiento), atrapan burbujas en la disolución, por eso pueden ser coloreados. Cuando los cristales crecen lentamente (por evaporación del disolvente) la cristalización es más perfecta y por eso, no suele atrapar el colorante.